SSD NVMe

Las SSD NVMe PCIe se insertan en las ranuras PCIe del ordenador para disponer de almacenamiento de alta velocidad. Las SSD Crucial NVMe están disponibles en versiones Gen3, Gen4 y Gen 5. Las generaciones identifican las capacidades de ancho de banda, por ejemplo, una unidad NVMe PCIe 4.0 ofrece el doble de ancho de banda que una NVMe PCIe 3.0, lo que permite velocidades de transferencia de datos más rápidas, mejorando el rendimiento general del sistema.

M.2 es una interfaz común para las SSD NVMe debido a su tamaño compacto y grandes anchos de banda, sin embargo, las SSD NVMe también están disponibles en otros factores de forma, como las tarjetas PCIe (SSD PCIe) y las unidades U.2.

Las SSD PCIe suelen usar ranuras de expansión PCIe en la placa base y pueden ofrecer un rendimiento aún mayor en comparación con las SSD M.2. Por otro lado, las unidades U.2 se parecen a las unidades SATA tradicionales de 2,5 pulgadas, pero usan el protocolo NVMe sobre un conector U.2.

Las SSD NVMe M.2 son habituales en muchos dispositivos domésticos por su tamaño compacto, aunque hay otros factores de forma para que las SSD NVMe se adapten a diferentes configuraciones y requisitos de los sistemas.
Para obtener más información sobre los factores de forma, lea nuestro artículo: Análisis de las SSD M.2, SATA, PCIe y NVMe

Las distintas generaciones de PCIe difieren principalmente en su ancho de banda, velocidad de datos, latencia y eficiencia energética. Por lo general, cada generación duplica la velocidad de su predecesora. Las SSD Gen5 son ideales para aplicaciones exigentes como son los videojuegos, la IA y el análisis de datos. Sin embargo, las SSD Gen4 siguen siendo bastante rápidas para la mayoría de los usuarios y a menudo tienen un precio más bajo, lo que las convierte en una opción más rentable para tareas menos exigentes. Las SSD Gen3 pueden seguir mejorando en velocidad y capacidad de almacenamiento por un menor coste, pero los profesionales de la creatividad, los videojugadores y los entusiastas de la tecnología optan por una mayor mejora del rendimiento. En última instancia, la decisión se reduce al presupuesto disponible, al nivel de rendimiento que se requiere y a qué SSD son compatibles con su sistema. 

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